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ENGAƑAR A DIOS

Actualizado: 12 dic 2019


TEXTO:

Hechos 5:5-11 (RVR1960)

AnanĆ­as y Safira

5:1 Pero cierto hombre llamado Ananías, con Safira su mujer, vendió una heredad,

2 y sustrajo del precio, sabiéndolo también su mujer; y trayendo sólo una parte, la puso a los pies de los apóstoles.

3 Y dijo Pedro: Ananías, ¿por qué llenó SatanÔs tu corazón para que mintieses al Espíritu Santo, y sustrajeses del precio de la heredad?

4 Reteniéndola, ¿no se te quedaba a ti? y vendida, ¿no estaba en tu poder? ¿Por qué pusiste esto en tu corazón? No has mentido a los hombres, sino a Dios.

5 Al oír Ananías estas palabras, cayó y expiró. Y vino un gran temor sobre todos los que lo oyeron.

6 Y levantÔndose los jóvenes, lo envolvieron, y sacÔndolo, lo sepultaron.

7 Pasado un lapso como de tres horas, sucedió que entró su mujer, no sabiendo lo que había acontecido.

8 Entonces Pedro le dijo: Dime, Āævendisteis en tanto la heredad? Y ella dijo: SĆ­, en tanto.

9 Y Pedro le dijo: ¿Por qué convinisteis en tentar al Espíritu del Señor? He aquí a la puerta los pies de los que han sepultado a tu marido, y te sacarÔn a ti.

10 Al instante ella cayó a los pies de él, y expiró; y cuando entraron los jóvenes, la hallaron muerta; y la sacaron, y la sepultaron junto a su marido.

11 Y vino gran temor sobre toda la iglesia, y sobre todos los que oyeron estas cosas.


INTRODUCCION

Antes de empezar con el tema de hoy, les invito a leer el siguiente pasaje:

JosuƩ 7:7-26 NVI

El pecado de AcƔn

7:1 Sin embargo, los israelitas desobedecieron al Señor conservando lo que él había decidido que fuera destinado a la destrucción, pues AcÔn hijo de Carmí, nieto de Zabdí y bisnieto de Zera, guardó para sí parte del botín que Dios había destinado al exterminio. Este hombre de la tribu de JudÔ provocó la ira del Señor contra los israelitas.

La derrota en Hai

2 Josué envió a unos hombres de Jericó hacia Hai, lugar cercano a Bet Avén, frente a Betel, y les dijo: «Vayan a explorar la tierra». Fueron, pues, a explorar la ciudad de Hai. 3 Poco después regresaron y le dieron el siguiente informe a Josué: «No es necesario que todo el pueblo vaya a la batalla. Dos o tres mil soldados serÔn suficientes para que tomemos Hai. Esa población tiene muy pocos hombres y no hay necesidad de cansar a todo el pueblo». 4 Por esa razón, solo fueron a la batalla tres mil soldados, pero los de Hai los derrotaron. 5 El ejército israelita sufrió treinta y seis bajas, y fue perseguido desde la puerta de la ciudad hasta las canteras. Allí, en una pendiente, fueron vencidos. Como resultado, todo el pueblo se acobardó y se llenó de miedo.

6 Ante esto, Josué se rasgó las vestiduras y se postró rostro en tierra ante el arca del pacto del Señor. Lo acompañaban los jefes de Israel, quienes también mostraban su dolor y estaban consternados. 7 Josué le reclamó a Dios:

―SeƱor y Dios, Āæpor quĆ© hiciste que este pueblo cruzara el JordĆ”n, y luego lo entregaste en manos de los amorreos para que lo destruyeran? Ā”Mejor nos hubiĆ©ramos quedado al otro lado del rĆ­o! 8 Dime, SeƱor, ĀæquĆ© puedo decir ahora que Israel ha huido de sus enemigos? 9 Los cananeos se enterarĆ”n y llamarĆ”n a los pueblos de la región; entonces nos rodearĆ”n y nos exterminarĆ”n. Ā”QuĆ© serĆ” de tu gran prestigio!

10 Y el Señor le contestó:

―”LevĆ”ntate! ĀæQuĆ© haces allĆ­ postrado? 11 Los israelitas han pecado y han violado la alianza que concertĆ© con ellos. Se han apropiado del botĆ­n de guerra que debĆ­a ser destruido y lo han escondido entre sus posesiones. 12 Por eso los israelitas no podrĆ”n hacerles frente a sus enemigos, sino que tendrĆ”n que huir de sus adversarios. Ellos mismos se acarrearon su destrucción. Y, si no destruyen ese botĆ­n que estĆ” en medio de ustedes, yo no seguirĆ© a su lado. 13 Ā”LevĆ”ntate! Ā”Purifica al pueblo! Diles que se consagren para presentarse ante mĆ­ maƱana, y que yo, el SeƱor, Dios de Israel, declaro: ā€œĀ”La destrucción estĆ” en medio de ti, Israel! No podrĆ”s resistir a tus enemigos hasta que hayas quitado el oprobio que estĆ” en el puebloā€. 14 MaƱana por la maƱana se presentarĆ”n por tribus. La tribu que yo seƱale por suertes presentarĆ” a sus clanes; el clan que el SeƱor seƱale presentarĆ” a sus familias; y la familia que el SeƱor seƱale presentarĆ” a sus varones. 15 El que sea sorprendido en posesión del botĆ­n de guerra destinado a la destrucción serĆ” quemado junto con su familia y sus posesiones, pues ha violado el pacto del SeƱor y ha causado el oprobio a Israel.

El castigo de AcƔn

16 Al día siguiente, muy de madrugada, Josué mandó llamar, una por una, a las tribus de Israel; y la suerte cayó sobre JudÔ. 17 Todos los clanes de JudÔ se acercaron, y la suerte cayó sobre el clan de Zera. Del clan de Zera la suerte cayó sobre la familia de Zabdí. 18 Josué, entonces, hizo pasar a cada uno de los varones de la familia de Zabdí, y la suerte cayó sobre AcÔn hijo de Carmí, nieto de Zabdí y bisnieto de Zera. 19 Entonces Josué lo interpeló:

―Hijo mĆ­o, honra y alaba al SeƱor, Dios de Israel. CuĆ©ntame lo que has hecho. Ā”No me ocultes nada!

20 AcÔn le replicó:

―Es cierto que he pecado contra el SeƱor, Dios de Israel. Esta es mi falta: 21 Vi en el botĆ­n un hermoso manto de Babilonia, doscientas monedas de plata y una barra de oro de medio kilo.[a] Me deslumbraron y me apropiĆ© de ellos. Entonces los escondĆ­ en un hoyo que cavĆ© en medio de mi carpa. La plata estĆ” tambiĆ©n allĆ­, debajo de todo.

22 En seguida, Josué envió a unos mensajeros, los cuales fueron corriendo a la carpa de AcÔn. Allí encontraron todo lo que AcÔn había escondido, 23 lo recogieron y se lo llevaron a Josué y a los israelitas, quienes se lo presentaron al Señor. 24 Y Josué y todos los israelitas tomaron a AcÔn, bisnieto de Zera, y lo llevaron al valle de Acor, junto con la plata, el manto y el oro; también llevaron a sus hijos, sus hijas, el ganado, su carpa y todas sus posesiones. Cuando llegaron al valle de Acor, 25 Josué exclamó:

―¿Por quĆ© has traĆ­do esta desgracia sobre nosotros? Ā”Que el SeƱor haga caer sobre ti esa misma desgracia!

Entonces todos los israelitas apedrearon a AcÔn y a los suyos, y los quemaron. 26 Luego colocaron sobre ellos un gran montón de piedras que sigue en pie hasta el día de hoy. Por eso aquel lugar se llama valle de Acor.[b] Así aplacó el Señor el ardor de su ira.

Footnotes:

1. 7:21 [a] doscientas … medio kilo. Lit. doscientos siclos de plata y una barra de oro de cincuenta siclos.

2. 7:26 [b] En hebreo, Acor significa desgracia.


HISTORIAS, ALGO EN COMUN

* Por un lado, tenemos un matrimonio de la iglesia que quería aparentar generosidad y espiritualidad delante de la congregación, diciendo que daban todo lo que habían ganado en la venta de una propiedad, así como lo había hecho un tal Bernabé, según se nos relata al final del capítulo anterior (Hechos 4:36-37).

* Por otra parte, tenemos un integrante del pueblo de Dios, que se quedó con algo que no debía, y lo escondió aparentando ante los demÔs obediencia a Dios.

En los dos casos:

- habƭa hipocresƭa, aparentar era mƔs importante que ser sinceros

- habĆ­a codicia, el amor al dinero prevalecĆ­a

- habĆ­a egoĆ­smo, ellos y sus deseos estaban en primer lugar

- había conciencia, voluntad y premeditación de pecar

- habĆ­a soberbia, no se sometĆ­an a la autoridad

- no habƭa temor de Dios, se pensaron que podrƭan engaƱar a Dios


NO HAY NADA OCULTO PARA DIOS

Dijo el Rey David:

Salmos 69:5 (RVR1960)

5 Dios, tĆŗ conoces mi insensatez, Y mis pecados no te son ocultos.

Para Dios no hay nada oculto, Dios no puede ser engaƱado!

AdÔn y Eva pensaron que podrían ocultarse de Dios después de pecar, Caín pensó que podía ocultarle su asesinato a Dios, JonÔs creía que podría esconderse de Dios y uhír de Dios, David quiso tapar su adulterio ante Dios, y así podemos seguir citando numerosos ejemplos bíblicos, pero Dios lo sabe todo, nada estÔ oculto de su mirada ni de su presencia.


HUMANIZAR A DIOS

A veces humanizamos a Dios a niveles tan bajos como el de PapÔ Noel, o algún dios mitológico, y pensamos que El no se entera de algunas cosas, que podemos manipularlo, ocultarle cosas de nuestra vida, y aparentar santidad delante de su presencia.

Y por eso en las iglesias hay

- adulterio (o sea tener relaciones sexuales con otra persona fuera del matrimonio),

- fornicación (o sea tener relaciones sexuales con la novia o el novio sin estar casados),

- avaricia (o sea poner en primer lugar lo económico antes que nuestra relación con Dios, lo cual es una forma de idolatría),

- discordia ( o sea peleas y ofensas entre hermanos),

- egoĆ­smo (o sea esperar que nos den todo sin nosotros dar nada, cuando debe ser todo lo contrario: dar sin esperar recibir),

- vicios tolerados (como fumar tabaco o porros, emborracharse, ver pornografĆ­a, etc)

y asĆ­ la lista de pecados ocultos continĆŗa.

Pecados conscientes que estƔn enterrados debajo de nuestra tienda de campaƱa, creyendo que Dios no se va a dar cuenta, porque en la iglesia parecemos todos muy santos.

Lo malo de esto es que no sólo le quita bendición al que practica el pecado, sino que se la quita a toda la congregación, y a la Iglesia en general, que estÔ formada por todos los creyentes alrededor del mundo!

CONSECUENCIA

Mentir a Dios es un pecado tan grave que como vemos fue castigado con la muerte! Con Dios no se juega, El es el creador, infinito, y nuestro Salvador, y le debemos respeto. En eso consiste el temor de Dios.

SER CREYENTES

Ser creyentes no es asistir regularmente a una iglesia, no es cumplir con una lista de requisitos para ser ā€œbuenoā€, no es intentar ser mejor persona.

Ser creyente es amar a Dios con todo nuestro corazón, con toda nuestra mente y con todas nuestras fuerzas, o sea con todo nuestro ser y con todas las Ôreas de nuestra vida.

sino, como aquel que os llamó es santo, sed también vosotros santos en toda vuestra manera de vivir;

porque escrito estĆ”: Sed santos, porque yo soy santo.(LevĆ­tico 20-7)

Tenemos que ser santos, no parecer santos, segĆŗn el mandato de Dios.

Pero esto no lo podemos hacer por nosotros mismos, por eso es que El mismo se hizo hombre para poder pagar el precio de la muerte que nosotros merecemos. Cuando le entregamos nuestra vida a El, El mismo nos hace nacer de nuevo, y comenzamos una nueva vida, por eso no podemos continuar practicando premeditadamente pecados que sabemos que a Dios no le agradan porque de esa manera estamos tratando de engaƱar a Dios.


CONCLUSION

Cuando fingimos santidad ocultando nuestro pecado, no le mentimos a los hombres, sino a Dios.

Si le has entregado tu vida a Cristo, y hay pecados ocultos, confiƩsalos, desentiƩrralos, muere a ti mismo, y empieza a vivir en santidad.

Si todavĆ­a no le has entregado tu vida a Cristo y quieres empezar una nueva vida con El, desenterrando tus pecados, y muriendo a ti mismo hazlo hoy mismo!


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