Agua y fuego
- Iglesia de la Concordia
- 15 ago
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Texto: Lucas 3:1-18 RV1960
Predicación de Juan el Bautista (Mt. 3.1-12; Mr. 1.1-8; Jn. 1.19-28)
3 En el año decimoquinto del imperio de Tiberio César, siendo gobernador de Judea Poncio Pilato, y Herodes tetrarca de Galilea, y su hermano Felipe tetrarca de Iturea y de la provincia de Traconite, y Lisanias tetrarca de Abilinia, 2 y siendo sumos sacerdotes Anás y Caifás, vino palabra de Dios a Juan, hijo de Zacarías, en el desierto. 3 Y él fue por toda la región contigua al Jordán, predicando el bautismo del arrepentimiento para perdón de pecados, 4 como está escrito en el libro de las palabras del profeta Isaías, que dice: Voz del que clama en el desierto: Preparad el camino del Señor; Enderezad sus sendas. 5 Todo valle se rellenará, Y se bajará todo monte y collado; Los caminos torcidos serán enderezados, Y los caminos ásperos allanados; 6 Y verá toda carne la salvación de Dios. 7 Y decía a las multitudes que salían para ser bautizadas por él: ¡Oh generación de víboras! ¿Quién os enseñó a huir de la ira venidera? 8 Haced, pues, frutos dignos de arrepentimiento, y no comencéis a decir dentro de vosotros mismos: Tenemos a Abraham por padre; porque os digo que Dios puede levantar hijos a Abraham aun de estas piedras. 9 Y ya también el hacha está puesta a la raíz de los árboles; por tanto, todo árbol que no da buen fruto se corta y se echa en el fuego. 10 Y la gente le preguntaba, diciendo: Entonces, ¿qué haremos? 11 Y respondiendo, les dijo: El que tiene dos túnicas, dé al que no tiene; y el que tiene qué comer, haga lo mismo. 12 Vinieron también unos publicanos para ser bautizados, y le dijeron: Maestro, ¿qué haremos? 13 Él les dijo: No exijáis más de lo que os está ordenado. 14 También le preguntaron unos soldados, diciendo: Y nosotros, ¿qué haremos? Y les dijo: No hagáis extorsión a nadie, ni calumniéis; y contentaos con vuestro salario. 15 Como el pueblo estaba en expectativa, preguntándose todos en sus corazones si acaso Juan sería el Cristo, 16 respondió Juan, diciendo a todos: Yo a la verdad os bautizo en agua; pero viene uno más poderoso que yo, de quien no soy digno de desatar la correa de su calzado; él os bautizará en Espíritu Santo y fuego. 17 Su aventador está en su mano, y limpiará su era, y recogerá el trigo en su granero, y quemará la paja en fuego que nunca se apagará. 18 Con estas y otras muchas exhortaciones anunciaba las buenas nuevas al pueblo.
INTRODUCCION
¿Te desespera esperar? Pues, a mí bastante!
El mundo tuvo que esperar, pero todo llega...
Durante más de 400 años, el cielo parecía callado.
No había profetas en Israel… hasta que Dios levantó a Juan el Bautista.
Una voz que rompe el silencio.
Lucas nos relata: “Vino palabra de Dios a Juan, hijo de Zacarías, en el desierto” (Lucas 3:2). Juan no venía con títulos, vestía con piel de camello y comía langostas y miel silvestre (Mateo 3:4), pero traía un mensaje que sacudía corazones: “Preparad el camino del Señor; enderezad sus sendas” (Lucas 3:4).
El bautismo de Juan
Su bautismo no era un rito vacío, sino un símbolo externo de un arrepentimiento real (Lucas 3:3). Y él mismo advirtió que venía otro más poderoso que bautizaría “en Espíritu Santo y fuego” (Lucas 3:16). Si hoy Jesús viniera a tu vida, ¿estaría el camino preparado o encontraría obstáculos?
El bautismo que prepara el corazón (Lucas 3:3-6)
Juan recorría la región del Jordán predicando “el bautismo de arrepentimiento para perdón de pecados” (Lucas 3:3).
La preparación incluía acciones espirituales claras: “Todo valle se rellenará” — Dios restaura lo que está caído; “todo monte y collado se bajará” — Dios derriba el orgullo; “lo torcido se enderezará” — Dios corrige caminos y pensamientos; “lo áspero se allanará” — Dios suaviza un corazón endurecido (Lucas 3:5).
Es como cuando recibes una visita importante en casa: limpias, ordenas, quitas estorbos.
El corazón también necesita ser preparado antes del bautismo. Debe existir el arrepentimiento genuino, la metanoia (cambio de mente), que no es solo sentir remordimiento, sino un cambio de rumbo (Hechos 3:19). Sin esta transformación interna, sin la conversión, sin recibir a Cristo en tu vida y declararlo como Salvador y Señor de tu vida, el bautismo es solo mojarse en el agua.
El arrepentimiento verdadero no es un sentimiento pasajero, sino un cambio de dirección. Sin esta preparación, no podemos experimentar la plenitud de la obra de Cristo.
¿Tu corazón está listo para tomar la decisión del bautismo, ya le has permitido a Jesús habitar en él, o todavía hay cosas que deben ser allanadas?
El fruto que confirma el arrepentimiento (Lucas 3:7-14)
Juan fue directo con la multitud que confiaba en su linaje religioso: “Haced, pues, frutos dignos de arrepentimiento” (Lucas 3:8).
El arrepentimiento verdadero se refleja en la vida diaria, se ve en acción:
- generosidad — “El que tiene dos túnicas, dé al que no tiene” (Lucas 3:11; cf. 1 Juan 3:17);
- justicia — “No exijáis más de lo que os está ordenado” (Lucas 3:13);
- integridad — “No hagáis extorsión… y contentaos con vuestro salario” (Lucas 3:14).
Un árbol frutal se conoce por su fruto, no por la etiqueta que lleve. De la misma manera, un verdadero creyente se reconoce por sus obras. La metanoia —el cambio de mente y corazón que Jesús proclamaba (Marcos 1:15)— siempre produce fruto visible antes de bajar a las aguas del bautismo. Si hoy tu vida fuera un árbol, ¿qué fruto mostrarías?
La fe verdadera siempre se refleja en acciones concretas. No se trata de lo que decimos creer, sino de lo que hacemos con lo que creemos.
El bautismo que representa una realidad interior (Lucas 3:15-18)
Juan declaró: “Yo… os bautizo en agua; pero viene uno más poderoso… Él os bautizará en Espíritu Santo y fuego” (Lucas 3:16).
Pablo explica en Romanos 6:3-4: “¿O no sabéis que todos los que hemos sido bautizados en Cristo Jesús, hemos sido bautizados en su muerte?… para que como Cristo resucitó… así también nosotros andemos en vida nueva.”
El bautismo en agua es una representación externa de un hecho ya ocurrido en el corazón. Simboliza nuestra muerte al pecado, sepultura con Cristo y resurrección a una nueva vida. Sin una conversión real, el símbolo pierde sentido (Hechos 2:38).
El bautismo es como un anillo de matrimonio: no te casa, pero declara públicamente que ya hiciste un compromiso.
Jesús, con su mandamiento (Mateo 28:19), no busca que cumplamos un rito, sino que vivamos la realidad de una nueva vida por la obra del Espíritu (Tito 3:5-6).
Si ya te has bautizado, el día que te bautizaste, ¿estabas representando una realidad interna o solo cumpliendo con una tradición?
El fuego que purifica y confirma
Lucas 3:17 describe a Cristo con el aventador en la mano, separando trigo y paja. El trigo representa a los que han recibido el evangelio y dan fruto. La paja representa lo superficial, que será quemado. El fuego del Espíritu purifica lo genuino (1 Pedro 1:7) y consume lo falso. El oro se prueba con fuego para que salga toda impureza; así también el Espíritu usa pruebas para refinar nuestra fe.
No basta con haber pasado por las aguas del bautismo; necesitamos ser llenos del Espíritu y dejar que el fuego de Dios queme todo lo que no le agrada, y de eso se encarga Cristo cuando nos convertimos (Efesios 1:13).
¿Serás hallado como trigo o como paja el día que Cristo venga a limpiar su era?
CONCLUSIÓN
El mensaje de Juan y Pablo se une: arrepiéntete de corazón (Lucas 3:3; Marcos 1:15), produce frutos que confirmen tu nueva vida (Lucas 3:8) , y recuerda que el bautismo es un testimonio público de lo que Cristo ya hizo en ti (Romanos 6:3-4). Hoy puedes recibir el bautismo de Cristo, el que limpia por dentro. No es el agua la que te salva, sino Jesús. El agua solo es el anuncio de que ya moriste y resucitaste con Él. “El que creyere y fuere bautizado, será salvo; mas el que no creyere, será condenado” (Marcos 16:16).
Si nunca te has arrepentido de verdad, hoy es el día de tu metanoia. Ríndele tu vida a Cristo, cree en Él y deja que el Espíritu Santo encienda en ti el fuego que purifica y da vida nueva, y entonces sí estarás listo para manifestar públicamente por medio del bautismo en agua que has muerto y has resucitado juntamente con Cristo.

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