TEXTO: 1 Corintios 4:1-6 RV1960
4 Así, pues, téngannos los hombres por servidores de Cristo, y administradores de los misterios de Dios.
2 Ahora bien, se requiere de los administradores, que cada uno sea hallado fiel.
3 Yo en muy poco tengo el ser juzgado por vosotros, o por tribunal humano; y ni aun yo me juzgo a mí mismo.
4 Porque aunque de nada tengo mala conciencia, no por eso soy justificado; pero el que me juzga es el Señor.
5 Así que, no juzguéis nada antes de tiempo, hasta que venga el Señor, el cual aclarará también lo oculto de las tinieblas, y manifestará las intenciones de los corazones; y entonces cada uno recibirá su alabanza de Dios.
6 Pero esto, hermanos, lo he presentado como ejemplo en mí y en Apolos por amor de vosotros, para que en nosotros aprendáis a no pensar más de lo que está escrito, no sea que por causa de uno, os envanezcáis unos contra otros.
INTRODUCCION:
Las películas sobre juicios me resultan apasionantes, y más aún si se tratan sobre casos de la vida real.
Allí vemos como a veces todo parece indicar que el acusado es culpable, y sin embargo la trama da un giro y resulta que es inocente, o al revés.
En ocasiones, como los espectadores tenemos todas las piezas del puzzle, sabemos la sentencia que se le debería dar al acusado, pero los jueces de la película no conocen todo, como nosotros, y se equivocan.
En este capítulo Pablo nos habla de tres tipos de juicio, y los analizaremos a cada uno.
Ejemplo
Pablo se presenta junto a Apolos como ejemplo, v.6, ambos son apóstoles, y tienen unas funciones específicas según los dones que Dios les ha dado dentro del pueblo de Dios, y que ellos se pongan como ejemplo de conducta a imitar, v.16, a nosotros nos podría llegar a parecer una meta imposible de alcanzar, porque en definitiva ¡¡“Pablo es Pablo”!! y podemos llegar a pensar: ¡ojalá fuera como él!
Servidores y administradores
Pero Pablo nos dice que los apóstoles solamente son sirvientes de Cristo, y administradores del mensaje de Dios que hasta ese momento estaba oculto a los hombres y que ahora se revelaba a través de Cristo. v.1
Siempre la preeminencia la tiene Cristo. Cualquiera sea la posición de una persona en la Iglesia, y cualquiera sea su autoridad o prestigio, no es más que un servidor de Cristo, así como los somos cada uno de los creyentes. 1 Cor.7:22
Todos somos piedras que componen el Edificio de Dios, y Cristo es la piedra angular. 1 Cor.3:9
Por eso también el apóstol Pedro dice:
1 Pedro 4:10
10 Cada uno según el don que ha recibido, minístrelo a los otros, como buenos administradores de la multiforme gracia de Dios.
Desde el más pequeño al mayor en la Iglesia, tiene una función, un don para el servicio a Dios y debe administrarlo de una manera fiel a la voluntad de Dios. v.2
Parábola de los talentos
Jesús contó una parábola donde explica gráficamente como debemos ser buenos administradores de los dones que Dios nos da. Trata de un hombre adinerado que deja su fortuna a tres administradores durante un viaje, para que la gestionen durante su ausencia, (tengamos en cuenta que la palabra talento en la Biblia (N.T.), se refiere a unos 21kg y medio de plata):
Mateo 25:14-30
14 Porque el reino de los cielos es como un hombre que yéndose lejos, llamó a sus siervos y les entregó sus bienes.
15 A uno dio cinco talentos, y a otro dos, y a otro uno, a cada uno conforme a su capacidad; y luego se fue lejos.
16 Y el que había recibido cinco talentos fue y negoció con ellos, y ganó otros cinco talentos.
17 Asimismo el que había recibido dos, ganó también otros dos.
18 Pero el que había recibido uno fue y cavó en la tierra, y escondió el dinero de su señor.
19 Después de mucho tiempo vino el señor de aquellos siervos, y arregló cuentas con ellos.
20 Y llegando el que había recibido cinco talentos, trajo otros cinco talentos, diciendo: Señor, cinco talentos me entregaste; aquí tienes, he ganado otros cinco talentos sobre ellos.
21 Y su señor le dijo: Bien, buen siervo y fiel; sobre poco has sido fiel, sobre mucho te pondré; entra en el gozo de tu señor.
22 Llegando también el que había recibido dos talentos, dijo: Señor, dos talentos me entregaste; aquí tienes, he ganado otros dos talentos sobre ellos.
23 Su señor le dijo: Bien, buen siervo y fiel; sobre poco has sido fiel, sobre mucho te pondré; entra en el gozo de tu señor.
24 Pero llegando también el que había recibido un talento, dijo: Señor, te conocía que eres hombre duro, que siegas donde no sembraste y recoges donde no esparciste;
25 por lo cual tuve miedo, y fui y escondí tu talento en la tierra; aquí tienes lo que es tuyo.
26 Respondiendo su señor, le dijo: Siervo malo y negligente, sabías que siego donde no sembré, y que recojo donde no esparcí.
27 Por tanto, debías haber dado mi dinero a los banqueros, y al venir yo, hubiera recibido lo que es mío con los intereses.
28 Quitadle, pues, el talento, y dadlo al que tiene diez talentos.
29 Porque al que tiene, le será dado, y tendrá más; y al que no tiene, aun lo que tiene le será quitado.
30 Y al siervo inútil echadle en las tinieblas de afuera; allí será el lloro y el crujir de dientes.
Dos administradores actuaron fielmente, el tercero no se quiso complicar, y se acomodó en su “zona de confort”, no fue un buen administrador fiel a su señor. Cada uno recibió su recompensa según el resultado de la gestión de lo que se le había encargado.
Un mandamiento para todos.
Dios nos manda a ser fieles administradores a todos. Este mandato no es sólo para los apóstoles, o para los que tienen altos cargos en la Iglesia, es un mandamiento para todos los creyentes, (como dice 1 Pedro 4:10 “cada uno”) y los apóstoles son expuestos como ejemplo a seguir, no podemos excusarnos con que ellos eran más espirituales, o estaban más cerca de Dios, etc. todos tendremos que dar cuenta de nuestra obediencia y fidelidad.
La división, resultado de los juicios
Según lo que hemos estudiado en los capítulos anteriores, Pablo estaba tratando el tema de la división en la iglesia, debido a que, por las ideas de algunos, se atribuían mejores capacidades a algunos dirigentes de la iglesia que a otros, o sea se emitían juicios y en base a ellos se elegía seguir apasionadamente a uno en contra del otro. v.6
Tres tipos de juicio
En base a esto, Pablo nos habla de tres tipos de juicio:
1) El juicio de nuestros semejantes.
2) El propio juicio.
3) El juicio de Dios.
1) El juicio de nuestros semejantes. v.3
3 Yo en muy poco tengo el ser juzgado por vosotros, o por tribunal humano;…
En Corinto, el juicio de los semejantes, los creyentes de la iglesia, puso a unos seguidores de un apóstol, en contra de los seguidores de otro, lo que ocasionó divisiones.
Para algunos Pablo era un poco soso predicando, y demostraba demasiada apertura hacia los gentiles, y poca fidelidad a la Ley judía, demasiada libertad y poco legalismo, según su parecer, por lo cual emitían un juicio negativo hacia él, además considerarían que, por esa razón, no estaba cumpliendo fielmente con la voluntad de Dios. Pero ese juicio a Pablo no le importa ni le interesa.
En la iglesia siempre van a haber opiniones de los unos sobre los otros, e incluso de las distintas interpretaciones que pueden llegar a haber de los pasajes de la Biblia, de doctrina, o de como predica un hermano, o incluso de aspectos de su vida, pero esos juicios están basados en la opinión personal de cada uno, a veces las personas pueden llegar a tener razón en algún aspecto, pero el juzgar a otro está mal según Cristo nos enseña, Lucas 6:37, y mucho peor criticar al hermano, Santiago 4:11, como lo hacían algunos de Corinto, incluso sobre el mismo Pablo.
Si tu vida está consagrada a servir al Señor, y lo haces como un buen administrador de lo que El te ha confiado, que no te importe la opinión de los demás, sigue adelante como nos lo deja como ejemplo Pablo.
Querer quedar bien con todo el mundo, puede hacernos desviar del servicio fiel a Cristo, que es nuestro Señor, para terminar sirviendo a aquellos que nos critican.
Siempre habrá críticas para el que hace algo, para el que se mueve, para el que trabaja y participa, para el que está en movimiento, como dice el refrán: “Ladran Sancho, señal que cabalgamos” (atribuida a Cervantes, pero que en realidad es de Goethe). El que no hace nada no puede ser criticado porque no tiene nada para criticar, sólo se le podría criticar precisamente eso, que no hace nada, pero por lo general éste es el que más critica.
2) El propio juicio. v.3 y 4
3 … y ni aun yo me juzgo a mí mismo.
4 Porque aunque de nada tengo mala conciencia, no por eso soy justificado; pero el que me juzga es el Señor.
Pablo, no se anima ni siquiera a juzgarse a sí mismo, porque el juicio propio puede estar nublado por la autoestima, el orgullo o la vanidad.
Ya lo dice Jeremías 17:9
9 Engañoso es el corazón más que todas las cosas, y perverso; ¿quién lo conocerá?
Ninguno podemos ser lo suficientemente objetivos con nosotros mismos.
Es una característica de nuestra naturaleza humana ser exigentes con los demás he indulgentes con nosotros mismos.
Cuando alguien se aferra tenazmente a su opinión, solemos considerarlo una persona conflictiva, pero si lo hacemos nosotros pensamos que estamos mostrando con valor nuestras convicciones.
Si alguien deja de asistir a la iglesia, es infiel. Si a alguien le tocaba limpiar la iglesia o cantar o recibir a la gente en la puerta y no se presenta el día que le tocaba hacerlo, es un irresponsable. Pero si lo hacemos nosotros, es porque tenemos muy buenas razones para hacerlo.
Aunque, haciendo aquí un paréntesis, es cierto que últimamente, y sobre todo acentuado después del confinamiento, se nota en las iglesias un aumento en la falta de compromiso.
Las personas no cumplen con sus tareas en la iglesia y no hay ningún tipo de cargo de conciencia; no asisten a la iglesia porque tienen una salida o una comida, en lugar de hacerlo después de la reunión; las prioridades son lo que produce placer o me hace sentir bien, antes que el servicio al Señor.
Nos olvidamos para quien hacemos las cosas, a quien servimos, no es a la institución, no es a los líderes y pastores, el servicio es para el Señor. Col.3:23
Nuestro posicionamiento doctrinal (calvinista, arminiano, etc.) siempre nos parecerá el mejor, pero no nos gusta cuando otro tiene una interpretación diferente. En la Biblia hay blancos y negros, indiscutibles, pero también hay una gama de grises, que solo se aclarará cuando estemos en Su presencia. 1 Cor.13:12
Todos tendemos a racionalizar, si racionalizamos lo suficiente, podemos llegar a justificar cualquier cosa.
Por lo tanto, Pablo entiende que una conciencia tranquila, no es lo mismo que una conciencia limpia. A veces hay cosas en nuestro interior que ni nosotros mismos conocemos, no somos conscientes de motivaciones, traumas, vivencias previas, incluso engaños, que nos llevan a actuar y pensar de una determinada forma, que es incorrecta, pero que nosotros no la percibimos conscientemente de esa manera, por lo cual nuestra conciencia no nos acusa ni nos alerta, ni nos remuerde.
Por otra parte, está el que se juzga a sí mismo de una manera inflexible y por demás exigente. Sólo el Señor conoce las intenciones más profundas del corazón y puede juzgarnos objetivamente, y sólo El puede justificarnos por su gracia, por eso tampoco es bueno atormentarnos a nosotros mismos juzgándonos y condenándonos continuamente por cosas que Cristo ya ha limpiado y perdonado en nosotros. Rom.3:24
Juzgarnos y condenarnos a nosotros mismos por cosas que Cristo ya ha perdonado, nos hace ponernos en el lugar de Dios y pasar por encima de sus juicios!!
3) El juicio de Dios. v.5
5 Así que, no juzguéis nada antes de tiempo, hasta que venga el Señor, el cual aclarará también lo oculto de las tinieblas, y manifestará las intenciones de los corazones; y entonces cada uno recibirá su alabanza de Dios.
El juicio de Dios es el único que realmente importa.
Sólo El puede juzgar justamente, porque su luz ilumina hasta los rincones mas oscuros de nuestro corazón, manifestando las intenciones mas escondidas, y revelando la sinceridad o la falsedad detrás de cada acción.
Nosotros podemos ver y conocer solo la superficie de lo que piensan o hacen otros, incluso de lo que pensamos o hacemos nosotros mismos, pero Dios es el único que nos conoce realmente, que conoce todas las circunstancias que hemos vivido, las situaciones por las que estamos pasando, y las verdaderas intenciones de nuestro corazón.
Como decíamos al principio, solo Dios puede ver todos los pormenores de “la película” y puede juzgar rectamente.
Hay un día en el que Cristo emitirá un juicio, y nos juzgará a todos, buenos y malos, y si nosotros emitimos juicios sobre nuestros hermanos, nos estamos poniendo en el lugar de Dios.
El juzgar es tarea de Dios, así como el justificarnos, ninguno de nosotros nos merecemos estar justificados delante de su presencia porque todos hemos pecado y estamos alejados de El. Rom.3:23
Pero Jesucristo se entregó a sí mismo, para morir en nuestro lugar y llevar nuestras culpas, El que es perfecto, dio su vida por nosotros que somos imperfectos, y de esa manera cuando sea el Juicio Final de Dios, nos podremos presentar limpios, no por nuestros méritos, sino por su obra en la cruz.
Ese día Jesús separará a los que están escritos en el Libro de la Vida de los que no lo están, o sea los que le han recibido como su Salvador y Señor los apartará a un lado y los que le han rechazado a otro lado, pero también además de eso, serán puestas de manifiesto las obras de cada uno, incluso de los que son salvos, sean buenas o malas, según las intenciones del corazón. Apoc.20:12
Pablo no juzga a sus hermanos
Pablo, no quiere ser juzgado por nadie más que no sea el propio Señor, pero tampoco juzga a sus hermanos. v.6 Les habla con amor a estos hermanos de Corinto, que critican, juzgan y causan divisiones, para que se vuelvan de su pecado y solucionen este tema delante de Dios, sin juzgarles el mismo, sino animándolos a cambiar esa manera equivocada de ver las cosas.
En el libro de Apocalipsis, vemos que cuando Jesús se dirige a las iglesias, les comenta algo que deben cambiar, pero también les da una palabra de elogio, así mismo también Pablo nos dice que nosotros recibiremos lo que merecemos, y si hay algo digno de reconocimiento y alabanza de parte de Dios, también lo recibiremos. v.5
CONCLUSION:
Somos administradores de los dones que Dios nos ha dado para servirle.
Habrá un día en que Dios nos pedirá cuentas de esa administración.
Y el juicio de Dios será el que realmente importe.
¿Cómo se encuentra tu vida hoy?
¿Si el Juicio Final fuera hoy mismo, estas preparado para presentarte delante del Gran Juez?
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