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UN PEQUEÑO GESTO DE AMOR

Foto del escritor: Iglesia de la ConcordiaIglesia de la Concordia

Lectura: Juan 6:1-15


“Alimentación de los cinco mil

(Mt. 14.13-21; Mr. 6.30-44; Lc. 9.10-17)

6:1 Después de esto, Jesús fue al otro lado del mar de Galilea, el de Tiberias.

2 Y le seguía gran multitud, porque veían las señales que hacía en los enfermos.

3 Entonces subió Jesús a un monte, y se sentó allí con sus discípulos.

4 Y estaba cerca la pascua, la fiesta de los judíos.

5 Cuando alzó Jesús los ojos, y vio que había venido a él gran multitud, dijo a Felipe: ¿De dónde compraremos pan para que coman éstos?

6 Pero esto decía para probarle; porque él sabía lo que había de hacer.

7 Felipe le respondió: Doscientos denarios de pan no bastarían para que cada uno de ellos tomase un poco.

8 Uno de sus discípulos, Andrés, hermano de Simón Pedro, le dijo:

9 Aquí está un muchacho, que tiene cinco panes de cebada y dos pececillos; mas ¿qué es esto para tantos?

10 Entonces Jesús dijo: Haced recostar la gente. Y había mucha hierba en aquel lugar; y se recostaron como en número de cinco mil varones.

11 Y tomó Jesús aquellos panes, y habiendo dado gracias, los repartió entre los discípulos, y los discípulos entre los que estaban recostados; asimismo de los peces, cuanto querían.

12 Y cuando se hubieron saciado, dijo a sus discípulos: Recoged los pedazos que sobraron, para que no se pierda nada.”

13 Recogieron, pues, y llenaron doce cestas de pedazos, que de los cinco panes de cebada sobraron a los que habían comido.

14 Aquellos hombres entonces, viendo la señal que Jesús había hecho, dijeron: Este verdaderamente es el profeta que había de venir al mundo.

15 Pero entendiendo Jesús que iban a venir para apoderarse de él y hacerle rey, volvió a retirarse al monte él solo.


Introducción

Llega fin de año, y el comienzo de otro nuevo año, y me puse a hacer una pequeña recapitulación de mi vida, como lo hacemos muchos en estas fechas.

Pienso en que he hecho a lo largo de mi vida, y me pregunto si eso es suficiente para Dios, pienso en lo que han hecho otros, incluso mas jóvenes que yo, en sus éxitos, y me pregunto si me habré esforzado lo suficiente.

Tal vez alguien más se haya preguntado esto alguna vez, no lo sé, pero quería compartirles hoy mi reflexión.

Pequeños gestos que hacen mucho.

En el texto que hemos leído vemos que Jesús poco tiempo antes de ser crucificado, sube a un monte al otro lado del mar de Galilea, buscando un poco de descanso y entristecido porque habían asesinado a su primo Juan el Bautista.

Los discípulos estaban recién llegados de la misión de ir a predicar por los pueblos a la que Jesús los había enviado.

La multitud siempre iba siguiendo a Jesús, lo encontró, y El siguió predicándoles y sanándoles de sus enfermedades.

Pero Jesús también era consciente de las necesidades de la gente. Hacía mucho tiempo que estaban allí, ya estaba anocheciendo y la gente necesitaba comer.

Dice en el evangelio de Marcos 6:38, que Jesús les dijo que vayan a ver cuántos panes había.

Aquí vemos que Andrés dice que hay un niño con cinco panes y dos pececitos.

Pienso en esta situación y me imagino a los apóstoles entre la multitud preguntando si alguien tenía algún pan, y supongo que tal vez algún adulto tendría alguno, pero pensaría con la lógica de los adultos, como lo hicieron Felipe y Andrés, mi pan no vale para nada, es tan pequeño…y hay una gran multitud…no sirve de nada que lo ofrezca si total es lo mismo que nada…es lo lógico, lo racional, lo que cualquiera haría…

Pero un niño alza su voz y le dice a Andrés, -Hey! señor! Yo tengo cinco pancitos y dos pececitos, tómelos, aquí están!

En esas épocas los niños ni siquiera se contaban (ni a las mujeres), cuando había que contar a las personas presentes en un lugar, como dice aquí y se deja bien aclarado en Mateo 14:21, sólo se tenía en cuenta a los hombres, y habían como cinco mil.

Sin embargo en ese momento le hicieron caso a un niño que ofreció todo lo que tenía sin ningún tipo de prejuicio, sin pensar en lo lógico, con la inocencia y la fe que caracterizan a los niños.

Y gracias a lo poco que inocentemente y sinceramente ofreció ese humilde niño, Jesús lo multiplicó en bendición para una multitud, y muchos fueron alimentados por ese pequeño gesto de amor desinteresado.

Y hoy, miles de años después, aunque no conocemos el nombre de este muchacho, sabemos lo que él hizo, y nos sirve de ejemplo para nosotros.

Un pequeño gesto de amor, vale más que grandes palabras de amor.

Dijo el apóstol Pablo, que si habláramos incluso el idioma de los ángeles, pero no tenemos amor, nada sirve.

Dios es amor, cuando nos volvemos a Dios, y reconocemos que Jesús murió por nosotros y que resucitó, y lo creemos con nuestro corazón y lo confesamos con nuestra boca, nacemos de nuevo y somos llenos de amor, porque Dios mismo mora en nosotros.

Sin ese nuevo nacimiento no podemos tener el verdadero amor, porque como dijimos Dios es amor.

Y ese amor se tiene que reflejar, si alguien dice tener a Dios, debe tener amor, porque Dios es amor, sino dice Santiago que somos mentirosos.

Pero reflejar el amor de Dios es decir palabras bonitas? Hablar a los demás de Jesús sin parar?

No está mal hablar de Jesús a los demás, y es nuestro deber hacerlo, porque es un mandamiento del mismo Jesús.

Pero no solamente hay que hablar, también hay que actuar.

Tal vez solo tenemos cinco panes y dos peces. Pero pongámoslos a disposición de los demás, para que el Señor los multiplique y muchos sean bendecidos.

No todos seremos grandes evangelistas que hacen que multitudes se conviertan a Cristo, ni fundaremos importantes fundaciones de ayuda humanitaria a nivel mundial, ni pastorearemos mega iglesias con miles de miembros, pero si somos parte del Cuerpo de Cristo, y aunque lo poco que podemos ofrecer nosotros parece insignificante, forma parte de la obra de Dios en la tierra hasta que Jesús vuelva.

Pequeños gestos: panes y peces.

Cuando Jesús vivió en la tierra, tuvo amigos (como Lázaro y sus hermanas), iba a comer a la casa de otra gente (como Simón), incluso invitó a gente a su casa (como vemos en Juan 1:39 cuando invita a dos discípulos a pasar el día en su casa), conversaba con la gente y se interesaba por los demás como vemos a lo largo de los evangelios.

Nosotros debemos vivir como él vivió.

Pequeños gestos como mandar un whatsapp, un email, hacer una pequeña llamada, invitar a alguien a tomar un café solo para hablar, invitar a alguien a comer a nuestra casa, a dar un paseo, a hacer una excursión, parecen nada, como un pan o un pez, pero para la otra persona puede significar un antes y un después en su vida, un acercamiento que hará que la otra persona vea a Cristo en ti.

En nuestro hogar también es aplicable ésto, a veces las ocupaciones y el estrés diario no nos permiten pasar tiempo en familia, nuestra esposa o esposo, nuestros hijos, quedan relegados, no hay diálogo, no hay tiempo compartido, no hay panes y peces para ellos.

En la iglesia, a veces si algo no nos va bien, o nos aburre, o no nos interesa porque lo consideramos de poca importancia, lo dejamos de lado, y no ofrecemos nuestro pancito y nuestro pececito, porque consideramos que en la multitud no es importante, pero nos equivocamos, todos formamos parte del Cuerpo de Cristo y todos somos importantes.


Conclusión:

¿Estás entregando tus panes y tus peces para que el Señor los use?






 
 
 

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